En blanco (o en negro)

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   No surge nada. Nada. Ni si quiera me ayuda el güisqui matado de mala manera con un par de cubitos de hielo que hace tiempo que pasaron a mejor vida. Hoy no es un día bueno para escribir. No quiere aparecerse ningún personaje estrafalario con alguna historia que vivir (o morir).
   Hoy solo hace calor y los vecinos gritan en la calle jodiendo al personal. El silencio es pieza cotizada en esta parte de la ciudad, me temo. Las malditas cortinas se intentan suicidar asomando más de medio cuerpo por la ventana. No se aguantan ni ellas mismas o quizá intentan huir de un ambiente mortalmente cargado de humo (y es que ya llevo medio paquete de tabaco y no hace ni dos horas que lo compré). Me retuerzo, incómoda, en la butaca del despacho y la percusión constante de mis dedos sobre la mesa acaba por ponerme nerviosa.
   Abro Internet. Te echo de menos. Busco en las páginas de tu periódico, en tu blog, en tu perfil cerrado a cal y canto, en las  noticias, en las fotos de la semana pasada presentando tu último libro. Y veo que estás bien. Con ella. Siempre colgada del brazo. Algo más gordo, quizá; algo más viejo, seguro; más canoso, eso es algo que siempre me gustó de ti. Eso y tus mentiras, deliciosamente reales.
   Sé que esto no me hace bien, pero mi otro yo se calma al verte tan feliz. Y los gritos desquiciados de mi cama llamándome consiguen convencerme para que cierre esto y me acueste abrazada a la almohada que hace tan solo un año compartías conmigo. Se siente sola, como todos. No me quedará más remedio que hacerla caso e irme a consolarla.
Imagen:
http://www.deviantart.com/art/Black-and-White-380667223
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