Intento fallido de Humphrey Bogar

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Dibujo en blanco y negro de Humphrey Bogart.
Deviant Art

Estaba claro que lo nuestro debía tener un final tan clásico y desgarrador como Casablanca. Al fin y al cabo, siempre me he considerado un intento fallido de Humphrey Bogar y tú eres la Ingrid más sensual que he tenido la suerte de echarme a la cara. Aquellos ojos aún no sabían mentir, preciosa, eran ventanas abiertas de par en par a tu interior.

La primera vez que te vi aparecer pensé que se debía a un error de cálculo, un fallo en tu brújula que te había llevado a perderte en el caos que me rodea. Quizá las páginas de mis libros, con historias prefabricadas, te habían dado una imagen equivocada de mí. Me creías un escritor coherente y feliz, y no un despojo del pelele que un día pude llegar a ser, un puñado de ruinas sin valor ya. Traías demasiado  color para una vida estancada en el negro. Una vida que tú, preciosa, intentaste  iluminar por todos los medios… Aunque todos sabíamos que sería trabajo en vano.

Pero, cariño, mi vida es así. Negra, como yo. Negra como la noche en que decidí borrar tu número de mi agenda. Negra como el camisón de raso que duerme contigo, cada noche, al lado de un tipo incapaz de ver la suerte que tiene de estar junto a ti.

Demasiada tentación para un cobarde como yo. Mejor huir refugiándome en las camas que encontré por el camino antes de admitir que lo tuyo, preciosa, lo tuyo no era un capricho pasajero. Me hubiera dejado atrapar sólo por dormir una noche contigo, en tu cama. Pero las cursiladas no van conmigo y mi mala reputación iba a quedar más que perjudicada si continuaba empapándome de ti.

Ahora procuro no pensarte, aunque, de vez  en cuando, me sorprendo buscándote por las calles de la ciudad donde coincidimos la primera vez. Voy a los cines, a los teatros, a las cafeterías a las que prometí llevarte y jamás lo hice, preciosa, por miedo a que pudieras contaminarte de mi miseria.

Hay cosas que nunca deberían marchitarse y otras que han nacido podridas. Y la lógica nos dice que no es bueno mezclarlas, bajo ningún concepto.

Sé que hice bien alejándote de mí… Sólo es que, a veces, en noches como esta, sin darme cuenta, recuerdo esa primera vez que te vi, con aquel vestido azul, y te dije: «Hola encanto. Estás preciosa esta noche». Lástima que mis intenciones nunca estarán a la altura de lo que tú te mereces.

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