Un cuento que va cambiando con los años

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Hoy, abrumados todos por los calores del previsible mes de agosto, quiero recuperar un cuento que, en estos seis años que llevo escribiendo, ha evolucionado casi tanto como yo.
En su día, solo eran unos cuantos párrafos, un diálogo lanzado al aire, sin principio ni final, aparcado en un rincón de mi portátil. Después, se convirtió en uno de los cuentos del blog, bajo el título “La luz del callejón”, para más tarde sufrir una mutilación por exigencias del tiempo y el espacio y, así, convertirse en uno de los relatos de la 2ª edición de EL PODER DE LA VOZ.
Teníamos una pareja de voces muy interesante: Alfonso Vallés, con su tono fuerte y rotundo, con sus matices y sutilezas, con sus años de experiencia. Y, frente a él, la dulzura de Ana Valéiras, su sencillez, su suavidad, sus titubeos y verdades como puños envueltas en una elegancia que consigue meterte en la piel del personaje.
Una pareja que, en las tablas del teatro, se permitió más de una licencia a la hora de interpretar este cuento que, como veis, ha cambiado y ha mejorado hasta llegar a ser lo que es.
Disfrutad de una historia en la que, salvando las posibles distancias, estoy segura de que os veréis identificados.
Porque todos, alguna vez, hemos necesitado la mano de alguien para empezar a caminar.
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