Un premio para un monstruo

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El pasado 25 de noviembre, la Fundación AISGE entregó uno de los Premios ACTUA a un gran actor y gran persona. Sé que me repito, pero es que GRANDE es la palabra que mejor le define.

Te voy a dar unas pistas, a modo de juego, a ver si sabes de quién te estoy hablando…

Ha hecho cine, como actor de imagen… «Pero poco, Cata», me puntualiza.

Hizo fotonovelas… «Cuando se llevaban las fotonovelas».

Trabajó en Televisión Española, en el programa “Recreo”.

Dio sus primeros pasos en Radio Intercontinental haciendo radionovelas.

Y también en Radio Nacional, como secundario en el cuadro de actores de la casa.

En 1974, se apunta a uno de los primeros cursos de doblaje, con Paco Sánchez y Salvador Arias de maestros.

Y en 1975, le contrata Cine Arte, a las órdenes de Simón Ramírez.

A sus espaldas, más de dos mil trabajos. «Mi primer papel, Cata, uno de los bomberos del coloso en llamas».

Ha sido un hombre rico y un hombre pobre.

Amigo de la familia de mafiosos más famosa de la televisión.

Ha estado “perdido”.

Jefe de los X-Men.

Tiene una empresa de mensajería en el futuro.

Y es dueño de una central nuclear en el presente amarillo.

“El Clark Gable español”, le tocó decir una vez delante de más de trescientas cincuenta personas.

Pero, para mí, siempre será un monstruo: mi monstruo de las galletas.

Don Javier Franquelo

Javier Franquelo sonriente con su Premio Actúa.
Imágen de la página de ADOMA

La foto está sacada de la página de ADOMA. Os invito a ver el reportaje.

A estas alturas, supongo que ya sabrás de quién te hablo. Todo un señor: socarrón, entrañable y pícaro. Amigo de sus amigos y muy querido por la profesión. Toda una institución, aún en activo. Un clásico entre los actores de voz, que ha visto de todo y ha hecho de todo.

Un tipo que protagonizó uno de los momentos más tiernos y recordados de las galas de EL PODER DE LA VOZ cuando, por despiste, traspapeló una de las hojas del guion, arrancando el aplauso y los bitores del público y recibiendo un beso de su compañero de atril, Luis Bajo, en nombre de todos los allí presentes. «Que bonito el regalo que me hiciste, Cata». Y me sonrío y niego con la cabeza, porque el regalo nos lo hizo él a nosotros.

Luis Bajo dando un beso a Javier Franquelo.
Foto de Laura Martín

Y es que es un lujo poder contar con él. Y bien sabe que nos gana el corazón si, en mitad de la conversación, se inclina un poco, encorvando la espalda, entrelazando los dedos y diciendo «excelente», para deleite de los presentes y regocijo de los más frikis.

Aunque, con permiso de los cientos de personajes que guarda en la mochila, para  mi queda ese Monstruo de las Galletas que me dedicó, como fin de fiesta, de vuelta al hotel, y que hizo reír a todos los pasajeros que íbamos en el coche.

Un tipo que, como suele decir, «llevo bastón por estática y no por estética», con permiso de Gala.

Que me confiesa que esta muy contento de que le hayan concedido el premio por toda una vida, aunque bromee diciendo que es «por vieja gloria, más por vieja que por gloria». A lo que no puedo por menos que contestarle: «Pero si estás hecho un pimpollo». Y se ríe y suelta su eterno: «Me moriré de sano, Cata», para luego, como de soslayo, añadir la cifra de años que gasta sin ningún pudor. Los años no se gastan, Cata, se viven, no lo olvides.

Que suerte poder levantar el teléfono y charlar con esta enciclopedia con patas de sus  inicios y de cómo ha cambiado todo. De los buenos momentos y de los buenos amigos que aún conserva. De anécdotas de las que se pueden contar y de las que solo pueden susurrarse. De detalles y gestos que saben mejor si los acompañamos de una copita de vino entre amigos. De todo. Repito, un lujo.

Javier Franquelo y Cat Yuste, agarrados y sonrientes, en el estreno de "Logan".
Estreno de Logan

Esta claro que este premio es más que merecido, por todos los años que lleva a sus espaldas y los que le quedan. Porque Franquelo, Javi, Franqui, el señor Burns, Xavier o quién quiera ser, tiene cuerda para rato.

Desde aquí, desde las imaginarias páginas de este cuaderno de espiral, decirte solo que, aunque ya te lo he dicho de viva voz y en persona, sabes que te agradezco infinito que seas una de mis voces. Porque crearte aquella ficción sonora fue un juego, un reto y un capricho al que pusiste cabeza y corazón, demostrando el poder de una voz, pero, sobre todo, demostrando que con cariño todo sale mejor.

Gracias, Franky, mi Monstruo de las Galletas, mi Clark Gable y mi Jack Lemmon, elegante siempre, adorable. Que sepas que te queremos —y aquí hablo por todos los que te conocemos— y te admiramos, porque estas cosas hay que decirlas ahora, cuando todavía hay quién las escuche… y no después «que en España enterramos muy bien».

Enhorabuena por este premio. Ponle junto al Irene que te concedieron el añó pasado, pero deja sitio para los que vendrán.

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